Cada viaje es como una receta con algunos ingredientes fijos como la aventura, el ocio o el apredizaje y otros añadidos al libre albedrío o al azar; la dosis de cada uno de esos componentes los hace distintos unos de otros, pero para que un viaje sea especial necesita algunos aditivos que te generen sensaciones inexistentes en otros que en apariencia pueden ser más buscados o exclusivos. No sé si entre esos añadidos estaba el esfuerzo físico que requería, el momento elegido, la situación personal, los incontables e insignificantes detalles vividos en cada pueblo o con cada persona con la que te parabas a hablar con la simple intención de compartir vivencias, pero pasados todos estos años, aquel viaje de 1.000Km en solitario sobre una bici atravesando desde los sobrios campos de Soria hasta dar vista a las impresionantes rías gallegas, ha sido probablemente una de las experiencias viajeras más edificantes que he vivido.

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